Traditional Venezuelan Hallacas | Hallacas Venezolanas | By Venezuelan Chefs
Vive la experiencia de la tradición venezolana esta Navidad
Esta es la historia de “Las Hallacas de la Abuela Cruz”. La misma nace de la admiración a mi abuelita, caraqueña, matriarca y consentidora; de temple fuerte pero con un corazón dulce y enorme, que consiguió expresar en la cocina el lenguaje del amor que conquistó a todos pero en especial a mî. Esto me inspiró a dedicarme a la cocina y conservar la magia de su secreto en la sazón.
La tradición de las hallacas en mi familia, son recuerdos de olores, colores, sabores, música y el arte de hacerlas. Todo se hacía en la finca de la tía-abuela, las hojas de plátano cortaditas del conuco y asadas en leña; las gallinas correteando en el corral; las carnes escogidas por el carnicero por su frescura y color; el guiso, hecho en secreto, tenía su propio ritual. Era esta mezcla de diversidad de ingredientes y secretos culinarios lo que daba la magia a este plato año tras año. Aromas que impregnaban la casa de dulce, salado, aceitunas y ajíes. Toda la familia participaba, sentados alrededor del mesón, en sus puestos de trabajo de acuerdo a una jerarquía innata. Se lavaban las hojas, se hacía bolitas de masa, hay quien prefería aplastar o rellenar y el que por supuesto prefería amarrar, para estar sentado.
Mientras la abuela supervisaba el proceso y se aseguraba que la masa y el guiso estaban en su punto (y que no se comieran los adornos!), los rellenos iban tomando su lugar en el lienzo verde pintado con aceite onotado. Un ponche crema o sidra !, acompañaban la ocasión. Y entre aguinaldos, villancicos, gaitas y merengues de La Billo’s se contaban historias de la familia, y el ambiente era de alegría y risas con algo de nostalgia por aquellos que ya no estaban pero que habían dejado su huella en esta tradición.
Las primeras hallacas estaban listas... Y todos en armonía anhelaban degustar el delicioso manjar que tanto trabajo había llevado. Elogios y gratitud a la maestra que con su arte había creado desde ese entonces un legado que hoy se encuentra en nuestras mesas canadienses, y nos hace viajar en el tiempo...